3/5/06

Reseña de Blankets o Una junta pero de cobijas

Como una de esas coincidencias bacanas, esta mañana no me levanté como un ringlete a la ducha sino que me quedé leyendo el final de Blankets de Graig Thompson. Tengo que aclarar que la que estaba enroscada entre las cobijas era Da, pero igual pude meterme en el juego de convertir la cama en un barco para surcar los misterios de la ficción gráfica. Al final del camino de formación que propone este autor norteamericano me encontré con una extraña y muy emocional sensación de cercanía, como si el arte literario se tratara de hacer amigos. En otras palabras, esta novela gráfica es más un ejercicio emocional que intelectual. Y eso acá en Drake Cómics es considerado algo ¡'celente!

Así como para que nadie se desubique pongamos las cosas claras: esta es una historia semi-autobiográfica del primer amor de Graig y Raina enmarcada en el relato de formación del autor, un muchacho gringo del Mid-West criado en una familia que tras de pobre, cristiana. Si bien, este género se está volviendo un tema recurrente en el catálogo alternativo de la Novela Gráfica, este título sobresale porque sin duda es una de las pocas obras de este corte que funciona como una novela de prosa y no como una película dibujada. Así, los cuadritos que conforman este cubre lecho de más de 600 páginas no es una guión de cine disfrazado (estilo The Originals de Dave Gibbons) o un cuento extendido (tipo Night Fisher). Por el contrario, se trata de una narración novelesca en propiedad. A través de la lectura queda la sensación de que sabemos donde empezó la historia pero de que no sabemos hacia donde va y que saberlo ni siquiera importa.

(Vale la pena recordar la diferencia básica que muchos autores han señalado entre el cuento y la novela: En el primero, la narración se realiza en función de la última línea, y, en la segunda, el texto es la onda explosiva de la primera frase.)

De esta forma, Blankets goza de una libertad narrativa que pocos autores se permiten. Gracias a ello explora temas que van desde el aislamiento intelectual y físico tan presente en la sociedad estadounidense, hasta la compleja relación entre hermanos pasando por la religión como el eje del fundamentalismo a la american-way. Esta "irresponsabilidad" artística hace que la posición que asume Thompson como narrador sea particularmente interesante. Usualmente, el cómic alternativo se asocia con una especia de superioridad moral que más que tratar un tema o contar una historia, se dedica a demostrar, a través de la más vil burla, su supuesta superioridad moral. En esa medida, el cómic alternativo tiene una fuerte tendencia a ser un espacio en el que los autores se dedican a demostrar su inteligencia. En este caso, la pauta está dada por el proceso de descubrimiento del protagonista por más de que el Thompson narrador tenga una perspectiva diferente que revela en un apéndice titulado Foot Notes -Notas al pie. Por ejemplo, la discusión sobre la religión y el fundamentalismo cristiano, se soluciona con una boda en un Museo de Historia Natural: los personajes que hemos visto defender el "Mundo según la Biblia" bailan entre dinosaurios gigantes.

Cuadrito (espacio) Cuadrito.


Por otro lado, Thompson demuestra un manejo sobresaliente del lenguaje secuencial. Si bien la línea narrativa es bastante clara y no tiene fuertes sobresaltos, la forma como las viñetas - los retazos de tela- están unidas entre sí es tremendamente lúcida. Si pensamos en la viñeta como el elemento que delimita la visión que el cómic da de los mundos paralelos que crea, en el caso de Blankets la relación entre los cuadros construye una serie de realidades complementarias. El relato es intervenido constantemente por la mirada onírica de su protagonista que traduce sus vivencias a los términos que él puede entender, es decir, a imágenes.

De hecho, la metáfora central de la novela, "the blanket", que es, básicamente una cobija típica de la vida familiar gringa, es el principio que ordena la historia tanto argumental como estructuralmente. En esa medida, Thompson teje perfectamente su historia porque utiliza la figura de una manta hecha de retazos como un símbolo de su trabajo como narrador gráfico. De igual forma, mi sensación como lector fue bastante cálida.

Cuando yo era chiquito, me acuerdo que con mis hermanas jugábamos a Star Trek montados en un camarote. Yo también conocí una Raina, pero me terminé casando con ella.

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