2/5/06

Caserito de todo un poco

Se acabó el día del boicot, del "somos muchos y muy machos", de la primera batalla por la dignidad, de la primera vez que veo a los que se fueron dándole una lección de personalidad a los que se quedaron. Y mientras tanto yo me recuperaba de una pequeña dolencia dental que más parecía un castigo divino (Una muy desjuiciada muela del juicio). Estos días de letargo me sirvieron para juntar varias cosas y armar, a las patadas, la entrada en cuestión:

Por fin me inscribí en la Biblioteca Pública de Worcester -por si acaso se dice, Wuster y cerca hay una estatua de un hombre sodomizando a una tortuga... otro día hablamos de eso. Los dos primeros títulos que saqué fueron: el primer tomo de Adolf de Osamu Tezuka y Blankets de Graig Thompson. Mi esposa ya se leyó este último y le gustó. Su reacción no fue tan emocional como con La Perdida de Jessica Abel, porque seguramente un personaje tan honesto como Carla hay muy pocos. Pero igual creo que pasó una prueba importante que califica los cómics - o bueno, las novelas gráficas- por su capacidad de emocionar. Siempre le había tenido un poco de desconfianza porque recibí diez correos de Amazon recomendándolo y me pareció que me lo querían meter hasta por lo ojos pero parece que Blankets tiene lo suyo. Vamos a ver.

Yo por mi parte, agarré el de Tezuka y no lo solté hasta la página final. De hecho, creo que es el mejor dibujo que le visto al Dios del Manga. La secuencia del discurso de Hitler es absolutamente maravillosa por la forma como trabaja -exagera- las expresiones del personaje y su impacto en el público. Además, el primer capítulo es una invitación irresistible. Todas las barreras naturales se van al carajo y pasadas sólo veinte páginas, uno está totalmente sometido al sortilegio de la obra. Realmente, excelente. Tanto que en la escala de lo auténticamente bravo está por encima de hacer un fondo blanco con un garrafa de ají amazónico.


También me llegó el famoso WE3 de Morrison y Quitely. Definitivamente, la gente que dice que en los cómic de ahora no pasa nada tiene toda la razón. Esta historia viene en una edición al estilo novela gráfica que reune las tres revistas y que ras con apenas alcanza a superar las cien páginas. Y no es por dármelas de mucho café con leche pero esa historia se puede contar en diez páginas con todas las de la ley. No es por demeritar los dibujos que son espectaculares ni la historia que muestra que Morrison también tiene su corazoncito pero a mí me sobran muchas páginas. Demasiadas.

No me esperen en la Feria.

El otro evento importante no sé si lo debería reseñar porque no hay nada más jarto que la gente que critica una película sin haberla visto. La semana pasada empezó la Feria del Libro de Bogotá y su acostumbrado Pabellón de Diseño Gráfico y Caricatura. Según algunos amigos que quierían presentarse allí, la admisión a este espacio se restringió notablemente. El número de stands del Pabellón se recortó a más de la mitad y, supuestamente, las propuestas debían tener una publicación que presentar este año. Hasta ahí todo suena muy bien: la reunión anual de los comiqueros bogotanos estaba llena de ruido y era cada vez más difícil distinguir la calidad y el talento entre tanta caricatura al estilo manga y tanto espacio dedicado al rebusque. El problema es que de las intencioens a la realidad hay mucho trecho sobre todo porque el problema central del Pabellón es que no hay un objetivo claro ni a medio ni a largo plazo.

Ojalá este año el Pabellón se esté pareciendo más a un encuentro de comiqueros y caricaturistas serios y no a una feria de artesanos en la guerra del centavo. Ojalá este año las propuestas tengan más de dos dedos de profundidad y estén ofreciendo productos cuyo único valor no esté en que están hechos con las uñas o que tienen un estilo X o Y ("X", léase como Manga, y "Y" como neo-celta). Vamos a ver si este año los visitantes se van a encontrar con algo más de lo que esperaban y se logra mantener el proceso tan positivo que empezó el año pasado. Hasta ahora, las PNoFC (Personas no FAmiliarizadas con el Cómic) a las que les he preguntado - y a las que deberían atraer los expositores- me dice que el Pabellón estaba más pequeño pero igual que siempre. Amainará la lluvia y veremos.

Puede que la imagen del famoso perro lampiño peruano nos ayude a reflexionar. No, en serio.

Fuera de chiste.

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