Me vi la nueva versión cinematográfica de Boogie el aceitoso, el personaje creado por Roberto Fontanarrosa en 1972. Esta cinta dirigida por Gustavo Cova propone una renovación absoluta del personaje que lo hace más atractivo al público joven y lo convierte en una especie de hijo ilegítimo de Sin City. Del mercenario original queda poco más que el nombre y algunas frases extraídas de los globos. Tal vez es el momento de aclarar que la película no me gustó ni como lector de Fontanarrosa ni como entusiasta de la animación.
En mi opinión los problemas empiezan desde la idea inicial: no creo que las creaciones de Fontanarrosa sean fáciles de trasplantar al cine. No lo digo porque sea terriblemente difícil técnicamente sino porque la sed de lucro hace que la producción transforme sus trazos en imágenes que traicionan el estilo particular del autor rosarino. Los personajes del argentino no planteaban mensajes simples o directos y dependían de un lector capaz de reaccionar por su cuenta. Estos son elementos que pocas veces encontramos en la industria del cine, y mucho menos cuando se trata de las adaptaciones de personajes de viñetas que tienen un lugar en la nostalgia colectiva y a los que se les aplica el modelo "Transformers". La gracia de Boogie no son sus acciones por sí solas, es el vértigo que nos causa su versión cínica del mundo y que llenamos con risa.
La película deja de lado lo anterior y se concentra en narrar una historia sin sobresaltos de armar, chicas y mafia. Boogie hace de protagonista con gatillo fácil y el entorno en el que transcurren las acciones se lo facilita. De alguna manera, la versión cinematográfica le resta un nivel de sentido a la tira cómica original, ese nivel es nada más y nada menos que el fino humor negro que queda relegado a dos o tres líneas. Boogie se parece más a los personajes que antaño nos permitía criticar y desmitificar. Ahora es un Martin Riggs o un Hartigan simple y llanamente.
En cuanto a la animación me parece que hace parte de una serie de películas que aprovechando las nuevas tecnologías se lanza a la aventura sin hacer un uso estético de los recursos. Creo que a muchas producciones de animación de bajo presupuesto les pasa lo que le pasó a los coloristas de cómics cuando empezaron a usar photoshop. Llenaban todo de efectos que solucionaban el problema particular pero dejaban de lado la coherencia visual del producto final.
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