22/3/07

¿Cuántos me pones?

Yo no me suelo referir a temas de farándula porque además de que me parece más chévere hablar de otras cosas, con esta vocación criticona que me mando darle palo a los Jota Mario y a los Calero es como quitarle un dulce a un niño, es la crítica más fácil. Creo que no tendría mucha gracia porque el espectáculo televisivo nacional se ridiculiza a sí mismo todos los días a casi todas horas. Igual desde la distancia y sin el ánimo monetario para comprar canales colombianos por cable es casi imposible seguir la actualidad de los bellos y famosos. En esta ocasión lo voy a hacer porque creo que puede ser interesante. Ustedes me dirán:

En medio del desparche de esta "semana solitaria", me puse a weboniar y me encontré con las fotos en Soho de Amparo Grisales desnuda. Las abrí como un tiro en una especie de reflejo automático plantado en mi mente a través de años y años de manipulación mediática que asocian el nombre de la diva con algo que "hay que ver" -que de hecho asocian el nombre con la palabra diva-. Click, Click y ¡voilá!

Es como triste la imagen, ¿no?

Ver a esta mujer, a sus supuestos cincuenta años, jugando a que el tiempo no pasa y sometiéndose a las pendejadas de la modelito de turno es un espectáculo patético. Solo imaginarme la cantidad de esfuerzo físico, emocional y económico que tuvo que hacer para tener el abdomen fibroso, la teticas redondas y las nalgas paradas -con todo y la ayuda del Sohoshop- es triste. Me parece horrible que una persona tenga tan poco que mostrar a esa edad que lo único que le quede para aferrarse sea su presencia física. Y que además, el sentido de ella sea agradar el finísmo paladar visual de los lectores de la "revista para hombres", como si ponernos "sabrosones" fuera tan difícil. No sería mejor poder llegar a esa edad y ser capaz de mandar a todo el mundo pa'l carajo. Dejar de meter la panza, quitarse los tacones invisibles y convertirse una persona cuya autoestima no dependa de que tan flaca o curvilínea sea. Yo quisiera ver a una Amparo Grisales echando barriga porque no hay derecho a que alguien con tantas vivencias siga participando de ese jueguito perverso de la "mujer ideal" y que para más piedra se meta la mentira de que lo hace por su propio bien. Lo peor es que como buen personaje mediático, la señora Amparo representa una especie de ideal para su(s) generación(es) que sigue buscando la felicidad en el espejo, ignorando que al otro lado lo único que se van a encontrar es al Rey Rojo durmiendo (esta referencia a Alicia es patrocinada por mi noñez).

Para cerrar quiero compartir dos asociaciones no muy libres. La primera son las imágenes de la a-punto-de-dejar-de-serlo Reina del Porno, Jenna Jameson. Esta foto habla por sí misma. A punta de operaciones y desordenes alimenticios esta mujer se ha convertido en una chica generada por computador por un adolescente calentón con problemas de visión.


Por su parte, la segunda asociación tiene que ver con la reina de lo kinky, Betty Page. Hoy me llegó por netflix la película sobre su vida, The Notorious Betty Page. Esta pin-up girl fue un símbolo de los cincuenta que por años estuvo encerrada en su casa (mansión) por temor a que sus fanáticos la vieran vieja y gorda. En el 2003 se puso una camisa de leñador y salió a la luz. Bien por ti, Betty.


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