El verano ha tenido un efecto raro en mí. Trabajar se está volviendo imposible, los vecinos han decidido celebrar su nacionalismo gasolinero charlando a gritos en el porche hasta las cuatro de la mañana y además estoy absolutamente desconcentrado. Como será que me vi Superman Returns el viernes pero escribir sobre ella se ha dilatado y dilatado hasta hoy. Claramente, es culpa del clima porque tema es lo que hay. Antes que nada y para que no tengamos problemas más adelante quiero aclarar dos cosas:
(a) El camino fácil de esta reseña sería hacer una burla del director, del guionista y del personaje por hacer parte de un proyecto tan discutible desde la ética y lo artístico, pero no lo voy a hacer. Para mí sería como burlarse de un perro mordiendo a un mimo o de Beckham y Rooney por fuera del mundial, es muuuuuuuy obvio y en esa medida no hay reto. Es como seguir haciendo chistes de la mamá de José Miel o de los hongos de los Pitufos –adulto joven latino, dejemos morir el chiste-. Mi ideal es cagarme en el personaje como lo he venido haciendo sistemáticamente pero con el respeto y la elegancia que se merece… ¿su servidor?, ¿este espacio?, ¿usted, amigo lector?, ¿LA PELÍCULA? Yo les advertí, escribir esto va estar complicado.
(b) La película no es mala pero está dirigida a personas que en algún momento les haya gustado auténticamente el personaje. Si usted es uno de esos que nunca le ha visto la gracia al hombre del mechoncito coquetón, este no es momento de empezar a encontrársela. Ojo, que cuando utilizo VER la gracia no estoy tratando de hacer un grotesco y evidente chiste con el hecho de que a este Superman del siglo XXI le cortaron el paquete digitalmente. Ah, sí, comentarios sobre eso no, rotundamente no.
Ahora sí. Unos veinte minutos antes de meterme al teatro me leí una reseña de internet que decía que Superman Returns, más que una cinta de acción, era una gran película en todo el sentido de la expresión. Tampoco exageremos. Esta no es la mejor pieza narrativa de la historia y creo que ninguna persona medio cuerda espera que sea la locura. Yo personalmente había puesto mis expectativas a mitad de camino entre Batman Begins y Fantastic Four. La primera, un intento relativamente afortunado por renovar la credibilidad del héroe por fuera de las viñetas, y la segunda, una versión en movimiento y con “dibujos realistas” de las fantasías de los comic-books. Creo que no me equivoqué. La película se mueve entre esos dos universos aunque haciendo un balance final se inclina más hacia el tono idealizado de las revistas y a sus convenciones naïve. Esta es una Metrópolis en la que se vale que todos sus habitantes sean blancos perfectos, en la que las casualidades desenredan el argumento sin ninguna vergüenza y en la que Kate Bosworth, con su pinta de alambre de quince años, es madre de un niño de cinco. Y creo que esto pasa porque por más que se contrate al mejor escritor del mundo o al director más recursivo, Superman es un personaje inexplicable por fuera de su inocencia fantasiosa que no aguanta mucha lógica. Cuando se lo toma muy en serio, el quehacer heroico pierde sentido: Alan Moore terminó proponiendo que terminara como un hombre de familia bigotón, Mark Millar hizo de él una especie de profeta y otros lo han convertido en el tirano de la Tierra. Aquí no pasa nada de eso y se respeta como texto sagrado el statu quo de Metrópolis.
Las mil y una de Brian Singer.
Lo que más me llamaba la atención era saber qué tenía planeado Brian Singer, un tipo que parece saber siempre qué nos quiere contar y cómo lo va a hacer. En ese sentido, la película me decepcionó un poco porque si bien la narrativa cinematográfica es muy bien tratada, esta es la cinta del director, que para mí, tiene el guión más flojo. Y no lo digo porque las ocurrencias de Lex Luthor sean altamente desequilibradas. Lo digo porque mi sensación final es que la historia podía haber ido más allá y que además tiene muchos lastres. El más llamativo de ellos es que toda la figura de Clark Kent parace sobrar. Mientras que la cinta se extiende dándonos una serie de datos que son evidentes para cualquiera que pueda asistir a un teatro o comprar el DVD pirata, como que Superman vuela, nunca sabemos porqué carajos el hombre de acero, después de cinco años de ausencia, retoma su identidad secreta.
Puede que el problema esté en que Singer llegó tarde al proyecto y que no tuvo tiempo de cimentarlo conceptualmente como sí lo pudo hacer en X-Men 1 y 2. De pronto estaba tan distraído reviviendo el sentimiento estadounidense, la esencia del american lifestyle que se le olvidó trabajar “a lo bien”. Lo cierto es que mi sensación es que aunque Singer se moría por hacer Superman terminó sufriendo, en mucha menor medida, el mismo síndrome de Peter Jackson con King Kong. Un cinta tan cercana a sus fantasías infantiles que parece dirigida por un niño. De las cosas que rescato de la nueva propuesta es el hecho de que no sé si por el tipo de efectos o si por una intención deliberada, Superman se ve humano pero diferente, se ve extraterrestre por primera vez en la pantalla.
La película de Lex.
Sin duda, el personaje que se roba la cinta, como en el caso de varias historias de los cómics, es el calvito de siempre, el industrial del siglo, el sucesor en el equipo de polo de Montgomery Burns y el comprador anónimo de las propiedades de Charles Foster Kane, el gran Lex Luthor. Kevin Spacey retomó el papel donde lo había dejado Gene Hackman hace 25 años y le pega una mejorada espectacular. Si a eso se le suma una esposa malvada y estúpida, unos secuaces tipo Adam West y una mascota de primer nivel en la escala de lo malvado, tenemos al verdadero protagonista de la cinta. Con los superhéroes siempre es igual porque los villanos suelen ser los tipos que se tienen que devanar los sesos inventando nuevos planes para conquistar el mundo y esas cosas mientras los héroes se dan un baño de popularidad. De cierta forma, las historias de enmascarados dependen de la inventiva del villano y en este caso, Luthor estuvo a la altura. El plan de esta ocasión parece sacado de la Edad de Oro y la forma de lograrlo es cruel y despiadada con esa pizca de humor sicópata tan agradable. Si piensan sacar una secuela, por favor que se titule LEX.
La estocada final.
A pesar de toda la carreta anterior, salí de la película transportado a otro mundo y me tomó tiempo volver a la realidad. Superman Returns tiene una cualidad interesante que si bien no la convierte en una gran película, sí explica por qué para algún crítico lo es o por qué para Chris Ryall, verla, es como volver a ser un niño. Esta cinta está diseñada para transformarnos en las personas, o personitas (que palabra tan odiosa), que éramos cuando vimos a Christopher Reeve por primera vez. Los créditos iniciales son de lo ochentero que se ha visto por estas tierras, con su efecto neón y que tales. Además, los últimos diez minutos de la cinta son, convenientemente, como una puñalada de kriptonita que intenta debilitar la capacidad crítica del espectador y que lo seduce a sentir que todo está bien, que Superman es lo máximo y que está bien creer en superhéroes. Así como Superman, al final del tercer acto parece estar debilitado para siempre, uno, o por lo menos yo volví a la edad en la que se podía adorar a Superman y allí, uno se da cuanta que Brandon Routh es perfecto para este papel y que como sus antecesores nunca se va a quitar el sello de la gran S. Luego no digan que no se les advirtió.
Tag: Comics, superheroes, superman, Superman Returns
(a) El camino fácil de esta reseña sería hacer una burla del director, del guionista y del personaje por hacer parte de un proyecto tan discutible desde la ética y lo artístico, pero no lo voy a hacer. Para mí sería como burlarse de un perro mordiendo a un mimo o de Beckham y Rooney por fuera del mundial, es muuuuuuuy obvio y en esa medida no hay reto. Es como seguir haciendo chistes de la mamá de José Miel o de los hongos de los Pitufos –adulto joven latino, dejemos morir el chiste-. Mi ideal es cagarme en el personaje como lo he venido haciendo sistemáticamente pero con el respeto y la elegancia que se merece… ¿su servidor?, ¿este espacio?, ¿usted, amigo lector?, ¿LA PELÍCULA? Yo les advertí, escribir esto va estar complicado.
(b) La película no es mala pero está dirigida a personas que en algún momento les haya gustado auténticamente el personaje. Si usted es uno de esos que nunca le ha visto la gracia al hombre del mechoncito coquetón, este no es momento de empezar a encontrársela. Ojo, que cuando utilizo VER la gracia no estoy tratando de hacer un grotesco y evidente chiste con el hecho de que a este Superman del siglo XXI le cortaron el paquete digitalmente. Ah, sí, comentarios sobre eso no, rotundamente no.
Ahora sí. Unos veinte minutos antes de meterme al teatro me leí una reseña de internet que decía que Superman Returns, más que una cinta de acción, era una gran película en todo el sentido de la expresión. Tampoco exageremos. Esta no es la mejor pieza narrativa de la historia y creo que ninguna persona medio cuerda espera que sea la locura. Yo personalmente había puesto mis expectativas a mitad de camino entre Batman Begins y Fantastic Four. La primera, un intento relativamente afortunado por renovar la credibilidad del héroe por fuera de las viñetas, y la segunda, una versión en movimiento y con “dibujos realistas” de las fantasías de los comic-books. Creo que no me equivoqué. La película se mueve entre esos dos universos aunque haciendo un balance final se inclina más hacia el tono idealizado de las revistas y a sus convenciones naïve. Esta es una Metrópolis en la que se vale que todos sus habitantes sean blancos perfectos, en la que las casualidades desenredan el argumento sin ninguna vergüenza y en la que Kate Bosworth, con su pinta de alambre de quince años, es madre de un niño de cinco. Y creo que esto pasa porque por más que se contrate al mejor escritor del mundo o al director más recursivo, Superman es un personaje inexplicable por fuera de su inocencia fantasiosa que no aguanta mucha lógica. Cuando se lo toma muy en serio, el quehacer heroico pierde sentido: Alan Moore terminó proponiendo que terminara como un hombre de familia bigotón, Mark Millar hizo de él una especie de profeta y otros lo han convertido en el tirano de la Tierra. Aquí no pasa nada de eso y se respeta como texto sagrado el statu quo de Metrópolis.
Las mil y una de Brian Singer.
Lo que más me llamaba la atención era saber qué tenía planeado Brian Singer, un tipo que parece saber siempre qué nos quiere contar y cómo lo va a hacer. En ese sentido, la película me decepcionó un poco porque si bien la narrativa cinematográfica es muy bien tratada, esta es la cinta del director, que para mí, tiene el guión más flojo. Y no lo digo porque las ocurrencias de Lex Luthor sean altamente desequilibradas. Lo digo porque mi sensación final es que la historia podía haber ido más allá y que además tiene muchos lastres. El más llamativo de ellos es que toda la figura de Clark Kent parace sobrar. Mientras que la cinta se extiende dándonos una serie de datos que son evidentes para cualquiera que pueda asistir a un teatro o comprar el DVD pirata, como que Superman vuela, nunca sabemos porqué carajos el hombre de acero, después de cinco años de ausencia, retoma su identidad secreta.
Puede que el problema esté en que Singer llegó tarde al proyecto y que no tuvo tiempo de cimentarlo conceptualmente como sí lo pudo hacer en X-Men 1 y 2. De pronto estaba tan distraído reviviendo el sentimiento estadounidense, la esencia del american lifestyle que se le olvidó trabajar “a lo bien”. Lo cierto es que mi sensación es que aunque Singer se moría por hacer Superman terminó sufriendo, en mucha menor medida, el mismo síndrome de Peter Jackson con King Kong. Un cinta tan cercana a sus fantasías infantiles que parece dirigida por un niño. De las cosas que rescato de la nueva propuesta es el hecho de que no sé si por el tipo de efectos o si por una intención deliberada, Superman se ve humano pero diferente, se ve extraterrestre por primera vez en la pantalla.
La película de Lex.
Sin duda, el personaje que se roba la cinta, como en el caso de varias historias de los cómics, es el calvito de siempre, el industrial del siglo, el sucesor en el equipo de polo de Montgomery Burns y el comprador anónimo de las propiedades de Charles Foster Kane, el gran Lex Luthor. Kevin Spacey retomó el papel donde lo había dejado Gene Hackman hace 25 años y le pega una mejorada espectacular. Si a eso se le suma una esposa malvada y estúpida, unos secuaces tipo Adam West y una mascota de primer nivel en la escala de lo malvado, tenemos al verdadero protagonista de la cinta. Con los superhéroes siempre es igual porque los villanos suelen ser los tipos que se tienen que devanar los sesos inventando nuevos planes para conquistar el mundo y esas cosas mientras los héroes se dan un baño de popularidad. De cierta forma, las historias de enmascarados dependen de la inventiva del villano y en este caso, Luthor estuvo a la altura. El plan de esta ocasión parece sacado de la Edad de Oro y la forma de lograrlo es cruel y despiadada con esa pizca de humor sicópata tan agradable. Si piensan sacar una secuela, por favor que se titule LEX.
La estocada final.
A pesar de toda la carreta anterior, salí de la película transportado a otro mundo y me tomó tiempo volver a la realidad. Superman Returns tiene una cualidad interesante que si bien no la convierte en una gran película, sí explica por qué para algún crítico lo es o por qué para Chris Ryall, verla, es como volver a ser un niño. Esta cinta está diseñada para transformarnos en las personas, o personitas (que palabra tan odiosa), que éramos cuando vimos a Christopher Reeve por primera vez. Los créditos iniciales son de lo ochentero que se ha visto por estas tierras, con su efecto neón y que tales. Además, los últimos diez minutos de la cinta son, convenientemente, como una puñalada de kriptonita que intenta debilitar la capacidad crítica del espectador y que lo seduce a sentir que todo está bien, que Superman es lo máximo y que está bien creer en superhéroes. Así como Superman, al final del tercer acto parece estar debilitado para siempre, uno, o por lo menos yo volví a la edad en la que se podía adorar a Superman y allí, uno se da cuanta que Brandon Routh es perfecto para este papel y que como sus antecesores nunca se va a quitar el sello de la gran S. Luego no digan que no se les advirtió.
Tag: Comics, superheroes, superman, Superman Returns
3 comentarios:
No, gracias a ti por un comentario igualmente extenso e interesante. Sí, puede que el personaje de Lex se vea pálido frente a un monstruo como Verbal pero lo que pasa es que a mí me pareció bacano porque me encantó lo retrocido y absurdo de su plan. Como que se mantuvo esa tendencia de las historietas de los cincuenta con esas auténticos planes malvados.
Yo en lo personal prefiero cuando el enfrentamiento de Lex y Superman se relaciona más con el hecho de que el kriptoniano es la acción básica y la justicia para Dummies y Lex es el industrial que ve detrás de todo un negocio. Como que las mejores historias que he leido sobre estos personajes (Tipo Superman Cuatro Estaciones o Red Son o los primeros Superman de John Byrne en los ochenta) muestran a un Lex cerebral que no necesariamente se ve a sí mismo como un malhechor sino como un hombre de negocios. Pero igual le veo cosas que me gustan al Lex de la película.
A mí también se me hace que en esta película los buenos se portan demasiado bien.
Muchas gracias por la visita y el comentario.
Te esperamos por acá cuando quieras y muchas gracias por este intercambio.
Un saludo
A mí sí me gustó mucho esta película, pues se muestra una evolución en el súper héroe, además me encanto la actuación de Kate Bosworth, me parece que interpreto muy bien a Lois, además los efectos especiales son espectaculares.
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