24/7/12

La constitución según Batman

Comparto un texto que escribí hace varios años para una edición sobre Batman de Papel Ilustrado. Warner Wallis me contactó para que le pasara un texto sobre mi trabajo de investigación alrededor de Ciudad Gótica, pero en ese momento solo pude concretar esta mini historia. 

El café de la facultad de derecho era el mejor así que todos los miércoles por la tarde me sentaba en las escaleras del edificio con una almojábana y un tinto humeante a ver cómo los futuros magistrados de este país salían de su clase de Instituciones. Todavía me acuerdo de esa tarde nublada de noviembre, me acuerdo del gringo ese con su pinta de monaguillo pensionado y su actitud de agente de la CIA. De lejos se notaba que el hombre era de cuidado pero cuando se sentó a mi lado la impronta de la decencia materna me obligó a hacerle la conversa. Me puse a explicarle qué era una almojábana en inglés chapoteado. Para mi alivio, él me contestó en un español perfecto así que seguimos la charla en mi idioma. 

−¿Eres estudiante de derecho?, me preguntó. 

 −No. Yo le tengo mucho respeto a las leyes como para volverme leguleyo. –, Me miró confundido. – Mejor dicho, un mal abogado que solo usa la ley para lucrarse. 

 −Ah, sí. A mí tampoco me gusta eso. Yo estoy estudiando porque quiero que el mundo sea más justo. Quiero salvar a los inocentes y castigar a los culpables. 

 −Pero primero hay que saber quién es culpable y eso es bastante complicado, ¿no? 

−No tanto. Es que hay gente buena y gente mala. Cuando llega el momento de la verdad, algunas personas eligen el camino correcto y otras se desvían. A esos hay que atraparlos y castigarlos para que no sigan haciendo daño. 

−Pero primero hay que juzgarlos porque todo el mundo es inocente hasta que no se compruebe lo contrario, como dicen en las películas de su país. 

−Eso es una farsa. Sí, todos tenemos que portarnos bien y cuidarnos de no cometer errores legales pero hay una verdad más profunda, un mundo diferente a nuestra sociedad civilizada donde el tema no es cómo juzgar sino cómo nos defendemos de los malos. Estamos en guerra. Además, cuando alguien elige mal, está renunciando a las normas de la sociedad y de alguna manera nos abre la puerta para aplicarle otro tipo de ley, un código de reglas más antiguo y puro donde el que maltrata tiene que sufrir las consecuencias. 

−¿O sea que usted apoya la pena de muerte? 

−No, esa es la salida fácil. El peor castigo de un criminal es seguir vivo y tener que sufrir sus peores pesadillas por años. 

−Pero no le parece que la realidad es muy compleja y que la justicia no es solo vengarse de los culpables. También es luchar por que haya menos inequidades. Hacen más daño los señores de Wayne Inc. y sus despidos masivos que 30 atracadores. 

−¡Bullshit! Despedir a alguien no es un atentado a una ley universal. Es parte de las reglas. 

−Las reglas diseñadas por los poderosos. 

−El crimen es sucio y no admite negociaciones. El poder no es impuro, las personas son impuras, pecadoras y corruptas. Cualquier justificación es una muestra de debilidad ante la oscuridad. Yo puedo ver quién es el verdadero pecador, quién es una pieza más de la maquinaria y quién es verdadero héroe dispuesto a sacrificarse por los demás. 

−Entonces usted vendría a ser los ojos de la justicia. ¿No se suponía que era ciega? 

−La justicia sí es ciega pero no es una señora indefensa, es una fuerza que cuando la escuchas revela una verdad que todos conocemos pero que en el mundo civilizado hemos aprendido a ignorar. Un verdadero hombre debe regirse por esa ley profunda y construir su mundo como un murciélago que no se deja engañar por la vista y sabe lo que hay delante únicamente por el eco. Esa es la justicia para mí, un murciélago ciego y dueño de la noche que “ve” lo imperceptible y nos defiende del mal. 

−¡Sí, claro y que le lleva frutas a Pinochet! 

−¿Cómo? 

−Nada, que ya me tengo que ir. Suerte y bienvenido a Colombia. 

Bajé hasta el paradero todavía temblando. Gringos orates. Ahora parecía que iba a llover y si no me iba rápido perdería la oportunidad de usar la máquina del tiempo para llegar al siglo XXIII, dictarle un curso de sensibilidad sexual a Buck Rogers y mandarle una copia de “Orientalismo” de Edward Said a Flash Gordon.

2 comentarios:

sorelestat dijo...

genial esta buenisimo

Pablo Guerra dijo...

gracias