11/7/08

Color of Rage de Kazuo Koike y Seisaku Kanu o la reseña de un manga descolorido


Color of Rage
Guión: Kazuo Koike
Dibujo: Seisaku Kano
2008 (publicado en Japón en 2004)



El veterano escritor de manga Kazuo Koike es uno de mis ídolos. Leer todos los tomos de Lone Wolf and Cub (Kozure Okami) fue una experiencia determinante que me revolvió los pensamientos y me convirtió en un ermitaño monotemático desesperante pero feliz. Por eso cada vez que se publica un nuevo título de su extenso catálogo en un idioma que entiendo siento una necesidad casi enfermiza de devorarlo. Este consumo compulsivo me ha traido grandes satisfacciones y momentos de incómodo silencio mental. Samurai Executioner, Path of the Assassin o Lady Snowblood son lecturas complementarias dignas. En cambio, libretes como Wounded man parecen más una película que pondrían en un bus interdepartamental pirata que un cómic escrito por el gran Koike. Color of Rage deambula entre estas dos categorías con la gracia de Yidis Medina en Soho.

La historia de dos esclavos (un japonés -George- y un esclavo negro del Sur de Estados Unidos -King-) que escapan de sus captores y recorren el Japón del siglo XVIII funciona como premisa pero se diluye a medida que los motivos para batallas sangrientas se vuelvan más rebuscados e inverosímiles. Lo que en principio prometía ser una reconstrucción histórica de una época llena de miseria y desigualdades se convierte en algo que solo puede ser descrito como una historia de black-xplotation. La idea de juntar un sobreviviente del sistema esclavista de los Estados Unidos con las injusticias del sistema feudal japonés podría dar pie a historias interesantes pero desafortunadamente se queda en la obviedad.
No todo es tan malo. Del lado positivo, Color of Rage ofrece una probadita del extenso conocimiento que tiene Koike de la vida cotidiana en el momento histórico en el que trancurre la novela gráfica. En este caso, se hace especial énfasis en el funcionamiento del Yakuza con todo y sus casinos de mala muerte, sus prostíbulos y su trata de personas. Sobresalen las clases de George sobre la etiqueta mafiosa y los detalles del protocolo imperial. El dibujo tiene momentos muy buenos pero con el paso de las hojas pierde precisión, especialmente a la hora de mostrar movimiento. Sus paisajes y algunos detalles espaciales son sus máximos aciertos.
La figura de King nunca deja de ser un mecanismo narrativo para convertirse en un personaje profundo o particular. Sus conflictos interiores se presentan y se solucionan parcialmente de una manera rápida y efectista. A medida que avanza la historia la idea de colocar a un hombre negro en un lugar improbable cae en situaciones que francamente insultan la imaginación de cualquier lector que se repete. El momento más desafortunado viene cuando King empieza a excitarse con las curvas de las chicas japonesas y clama como cualquier borracho en Semana Santa que "cualquier hueco es trinchera".

Lástima, pero si al "Loco" Higuita se le perdonó el gol de Roger Mila, todas las cagadas tienen perdón.



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