27/9/06

Navegando se llega al cielo.

Me acuerdo de ese típico sueño de la infancia que era pasar toda una noche en una juguetería con la posibilidad de destapar todo, de prender todo y de llevarse todo. Si algo hacía que las películas post-apocalípticas fueran emocionantes era justamente imaginarse que si uno estaba entre los pocos sobrevivientes, tendría un surtido casi ilimitado de muñecos, carritos, legos y demás. Ahora, por cuenta de la procrastinación creativa que mantiene vivo internet –mejor dicho, la falta de oficio global-, existe una página que ofrece algo parecido a esta fantasía pero mejor. AIBQ, es una página que, gracias al formato cbr, ofrece colecciones enteras de series de DC Comics totalmente gratis, sin foros, sin torrents, sin tener que estar pendiente del rapidshare y sin fanatismos. Se trata de un proyecto que pretende reunir todas las historietas publicadas por la casa de Superman y Batman desde 1936 hasta 1980 (según ellos, unas 12,382 revistas). Hasta el momento llevan subidas 3,401 y entre los títulos que ofrecen están Batman, Superboy, Doom Patrol, Justice League of America, All-Star Comics, Flash, Green Lantern (v1 y v2), Wonder Woman, Showcase, World’s Finest, Metal Men, Hawkman y Mr. Miracle.

Hay tantas joyas y tantos números curiosos que creo que los iré mencionando lentamente para poder hacerle justicia a cada hallazgo. Por ahora quiero recomendar el número 121 de Doom Patrol que marcó el final de la primera versión de este particular grupo de personajes. Arnold Drake no solo mató a sus personajes en una terrible explosión, también puso al dibujante Bruno Premiani y al editor Murria Boltinoff a pedirle a los lectores que salvaran la serie comprando todos los ejemplares que pudieran. Los tres o cuatro números siguientes son reimpresiones de aventuras anteriores.


Después de haber pasado horas –días- bajando y leyendo cómics, lo único que puedo decir es que Drake Cómics recomienda esta página bajo la responsabilidad de cada uno. No podía dejar de pasar la voz pero sé que con este Comic Book Archive se corre el riesgo de no volver a ver la luz del Sol.

Update: Comic Book Archive está medio clausurado en este momento. Todavía puedes entrar pero ya no se puede bajar nada. Lástima.

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19/9/06

¡Hágase la historieta!

Estoy de buenas. Primero me topo con Grant Morrison en una muy inusual aparición pública en Nueva York y ahora pude intercambiar unas palabritas con el señor Scott McCloud. Resulta que por cuenta del lanzamiento de su nuevo libro, Making Comics, el autor y su familia se embarcaron en una gira por los 50 estados y uno de sus primeros destinos fue Boston. El pasado jueves, en el Media Lab de MIT, el comiquero y analista realizó una presentación de la nueva obra con su respectiva presentación en PagüerPoin y el sábado estuvo firmando libros en The Million Years Picnic, una tienda en Cambridge que no conocía. Tenía muchas expectativas del nuevo libro y definitivamente no me decepcionó. Pero la verdadera sorpresa fue encontrarme al Sobrino, un amigo bogotano que no veía hace marras y que lleva poco tiempo viviendo en la ciudad.

Making Comics está buenísimo. Creo que amerita hacerle una entrada independiente que escribiré en estos días pero puedo adelantar que si bien es un proyecto bien diferente a Understanding Comics, una verdadera joya, es una clase muy completa sobre como hacer historieta. Algo que siempre me ha molestado de los cientos de “métodos” que se promocionan sobre el tema es que suelen centrarse en enseñar, o mejor, en dar tips de un estilo de dibujo particular (manga, superhéroes, etc.) En este caso, por fortuna, McCloud logra hacer un ensayo convincente y claro sobre las preguntas básicas que cualquier creador debe hacerse para narrar usando el lenguaje secuencial. Gracias a esta aproximación, el autor puede trabajar el tema de la historieta desde una perspectiva amplia e incluyente que por principio niega la posibilidad de que el medio tenga algún tipo de limitante.

Además de la alegría de ver al Sobrino, lo que más me gusto de la presentación del jueves fue que por primera vez en mucho tiempo, estuve en un evento sobre cómics sin que nadie hablara y se quejara de la crisis eterna en la que supuestamente está sumido el medio. McCloud parece más animado y confiado en el futuro de las viñetas que tanto en su época de Understanding y de Reinventing. Si para un Gary Groth, editor de Fantagraphics, la invasión del manga representa un peso más para el lastre que nos hunde en el fango, para el ensayista de Leicester, Ma significa llegarle a una cantidad inmensa de público nuevo y renovador. De igual forma, internet, que se convirtió en el lienzo principal del autor, es un universo sin explorar que guarda un millón de posibilidades artísticas y de distribución. Además, mencionó las nuevas tendencias con las que están experimentando los nuevos comiqueros que lentamente se han ido alejando de la tradición del comic-book para explorar nuevas fronteras temáticas.

No en vano, el sábado, cuando le pedí que firmara una copia de Understanding Comics (el Making lo firmó el jueves) puso tres de los símbolos que ha usado a través de sus ensayos: una pirámide, un espiral y una balanza. Si la memoria no me falla, se debe estar refiriendo a la diversidad de géneros, a la publicación virtual y a los nuevos temas que se están explorando en los cómics actuales. Definitivamente, una experiencia renovadora perfecta para recargar energías para los proyectos que vendrán.

El tour de la familia McCloud se puede seguir acá.
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14/9/06

Youtube no tuvo la culpa I

Por años, en las familias colombianas se pensó que cuando la charla de sala empezaba a empantanarse, la mejor forma de revivir el ágape era usando la consabida bolsita temas. Que las piernas de Amparito, que yo sí me pillé el detalle, que el clima, que el alza en la matrículas-el transporte-la gasolina-el huevo, que esto no es comuantes y todas esas frases de autómata que activan este chip en lo profundo de la psiquis colectiva nacional al mejor estilo del Manchurian Candidate. Pero si hay algo que define al adulto joven modelo 1974 en adelante es el placer de sentirse generacional, la emoción que le genera pasar horas y horas hablando de la sexualidad de los Ositos Cariñositos, del copete de Alf, del fomento al onanismo por parte de Chitara y She-ra, y, de todos esos referentes culturales que podemos agrupar bajo el término de ochenterismo. Este concepto abarca más de lo que debería: hasta Guardianes de la Bahía y los Power Rangers entraron porque muchos de los cultores de la década teflón, más que vivirla, nacieron a mediados de ella. Además, todos hemos sacado provecho de los ochenta. Gracias a su magia sobrenatural cualquier moco simplón se pone una camiseta de los Transformers morethanmeetstheeye y termina convertido en John Cusack en High Fidelity.

Y entonces, llegó Youtube con toda la cultura del videillo mañé. Por fin podemos disfrutar de una dosis de 3 a 6 minutos en promedio del recuerdito de mala calidad pero de altísima estima. El problema es que la memoria es todo menos fiel y pasa lo mismo que con los DVD’s de Thundercats o de He-Man. Uno las ve a ahora en su televisión de esta época y se da cuenta de que eran medio pendejos. Eso me pasó hace un par de días cuando para liberar el estrés de la maestría me puse a escarbar la página buscando lo que fuera surgiendo (la bolsita de temas se reemplazó por un SEARCH). Me encontré con varios clips de La Tele y El Siguiente Programa, dos propuestas que marcaron una generación porque rompieron todos los esquemas de la televisión colombiana. En otras palabras, se cagaron en todo como nadie lo había hecho.



Hasta aquí, todo bien. Se notan un montón de carencias de producción y vainas por el estilo pero la verdad hacen que la experiencia sea todavía más entrañable. Extrañamente, el pero que no falta (PQNF o Pequnf) no proviene de la asquerosa animación de El Siguiente Programa que el “señor” Guillermo Rincón nos vendió como su aporte a la estética de Beavis & Butt-Head y que eventualmente le permitió hacer Bolívar, el héroe, el peor producto audiovisual de Colombia y que un usuario de IMDB define sabiamente como “puro excremento de perro”. Lo que me aterró fue lo abiertamente racista que era la propuesta. Específicamente El Siguiente Programa, durante sus recordadísimas sesiones De Francisco y Moure viendo televisión y criticándola (al estilo de, otra vez, Beavis and Butt-Head) donde los únicos chistes que hacen son básicamente llamar zambo o chibcha o yo sé cuantas cosas a la víctima de turno. Creo que por la época nunca había caído en cuenta de lo pesado que es el asunto. La memoria los definió como gente que representó un avance en la manera de hacer reír pero qué tiene de original (hoy y en 1996) basar todo el humor en el color de piel, en la plata o en la facciones de alguien. Toda la vida, estos tipos jodiendo con el cuento de que Colombia era un país horrible e impresentable y ahora, además de que se volvieron tan farándula como cualquiera, resulta que su propuesta para cambiar era ser aún más sectario, atrasado, elitista y miope. No pues, ¡gracias!

De pronto es que me estoy volviendo como un gringo histérico que a todo le saca problema. Vean los videos y ustedes dirán:



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12/9/06

¡Me liberé, gracias al cielo me liberé!


No en vano se cita a los Hermanos Lebrón. Hace unos minutos entregué mis trabajos finales de la maestría en Guión para Cine y Televisión de la Universidad Autónoma de Barcelona (advierto que si me rajo, quito esta entrada). Me pasé derecho por cuenta de esta tendencia natural que tengo a hacer las cosas a último momento pero igual fui uno de los primeros en entregar. Ah, porque sea lo que sea pero una de las mejores cosas de estudiar con españoles es que ellos siempre son un poco más descarados y frescos que uno. No en vano son la Madre Patria porque si los trabajos había que entregarlos el día x era ese día a las doce en punto que los subían.

Una de las cosas más agradables de toda esta experiencia de trabajo nocturno fue la compañía de la gente de “Noches Buenos Días” de Caracol. Un programa trasnochador donde dos personajes bastante particulares que se dedican a charlar de los divino y lo humano toda la madrugada. Entre sus oyentes, se les conoce como la universidad de la radio. A mí me encanta ponerlos cuando trabajo hasta bien tarde porque no importa que tan dormido esté uno, ellos están peor. Un verdadero laboratorio de narración automática.

Ahora me voy a dormir que está haciendo un frío pero perverso.

Nota:
Pregunta: ¿elamigolucho no estaba en Estados Unidos?
R/Es que la maestría fue por internet y la verdad estuvo muy buena.

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7/9/06

El hombre araña y la mujer rasguña (si la dejan).

El otro día estaba buscando unas portadas de la Edad de Plata de la Mujer Maravilla y me encontré con una de esas perlas producto del exceso de pasión y tiempo libre que pululan en Internet. Se trata de Comic Book Bondage Cover of the Day, una página dedicada a reunir todas las portadas de cómics gringos en las que aparecen damas “el peligro” o, más bien, en situaciones de sometimiento o sumisión. Con unos 70 años de tradición, los comic-books ofrecen material para rato en este tema que va desde la clásica chica raptada por el villano vestido de negro, con cicatrices y bigote poblado hasta la amazona amenazante entrelazada con una anaconda pecaminosa. Al igual que esa relación casi indestructible entre la cerveza fría y las mujeres en bikini, la presencia de la sumisión femenina como tópico de la aventura serial gráfica es un fantasma que toma formas diversas y en muchos casos aterradoras. Si bien es una constante, pasar por la página y explorar monótonamente solo un 10% de las más de 1500 portadas hace que sobresalgan escenas a las que normalmente no les pararía bolas. No hay machote en mallas sin una damita indefensa que dependa de él y no hay cultura de cómics en Estado Unidos sin nenas amarradas, enjauladas y gritando histéricas mientras las sucias manos de sus captores recorren cada centímetro de su cuerpo (Se calentó este Blog). Si la idea original del profesor William Moulton Marston y su esposa Elizabeth era mostrar a una mujer que era capaz de romper las cadenas, los aficionados se enamoraron de la chica antes de su emancipación (atada de pies y manos).

Pero tampoco quiero sonar moralista. Definitivamente los responsables de esta convención no son los cómics que son cajas de resonancia de un problema mucho más complicado. Además desde la época de personajes como Barbarella, Vampirella y hasta Modesty Blaise hay una conciencia abierta del artificio que por lo menos lo hace explícito y en ciertos casos “de común acuerdo”. Aunque el tema me pareció medio retro al principio, lo traigo a colación porque desde que llegué acá y tuve la “ultimate experience” de la tienda comiquera gringa creo que el tópico se ha disimulado de maneras bastante aberrantes. Además para mi sorpresa el medio norteamericano es terriblemente literal en la lectura que hace de sus referentes (basta leer media edición de revista Wizard). Solo falta recordar las proporciones que hicieron famoso a Jim Lee o el jenesaiqua de Power Girl, por mencionar una de cientos. Hay dos imágenes recientes que me parecen fuertísimas y creo que no se pueden dejar pasar así como así:

La primera, es la versión de Michael Turner de Supergirl que no puede ser más enfermizamente flaca y que supuestamente la catapultó nuevamente a un lugar de importancia en el universo DC. Como desagradable eso de que el nuevo superpoder del personaje sea la anorexia.
La segunda, por cuenta de otro favorito de la hincada J. Scott Campbell que sacó a relucir todas sus fantasías secretas estrechando a más no poder la cintura de la vilipendiada y siempre abusada Wonder Woman. Apareció como portada alternativa del número 0 de la nueva serie de Justice League of America.
Puede que muchos se sientan incómodos con este tipo de cosas porque supuestamente los cómics están hechos para escapar de la realidad que nos abruma y para viajar a lugar de fantasía. No puedo estar más en desacuerdo con esa idea y si nos vamos a hacer los locos con estás cosas, entonces no nos quejemos ni de la estupidez de Paris Hilton ni de que el símbolo del orgullo nacional sea Shakira reptando entre aceite de carro.

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1/9/06

Un cómic como dios manda u otra reseña de AllStar Superman

Hace un tiempo escribí sobre la serie All-Star Superman, una de las pocas cosas realmente interesantes que ofrece el género de los superhéroes por estos días. Ni la seudo-política de títulos como The Ultimates 2 o Civil War ni el enésimo intento por reencauchar a los X-Men o a la Crisis de las Tierras Infinitas han logrado diferenciarse de los cientos de proyectos similares que cada año amenazan los bolsillos de esa tribu de hombres “jóvenes” sin oficio de los que Matthew J. Putzs habla en The Comic Book Culture. Ayer salió a la venta la quinta entrega de la serie que como de costumbre y gracias al cielo estuvo a cargo de Grant Morrison, Frank Quitely y Jaime Grant. Por cosas de la vida pude comprarla unos segundos antes de que cerraran la tienda de historietas y desde que la leí no me he podido dejar de sonreír. Me encantó. Esta revista es tan buena que en sus 23 páginas el único ser que aparece con una S gigante en el pecho es un mandril, el papel del “salvador” es interpretado magistralmente por Lex Luthor y Superman cada vez huele más a gladiolo. Es decir, está que se lo lleva la pelona (No sé cuál será la expresión popular para referirse a la muerte que mejor funcione con el público que pasa por acá pero por lo menos lo intenté y eso es lo que cuenta. Lección de Reality #423)

Después de que Lex Luthor es condenado a pena de muerte por poner en peligro la vida de todos los habitantes de la Tierra, Clark Kent va a Stryker’s Island a hacerle su última entrevista. Pero a pesar de que la muerte lo acecha, Lex no tiene ninguna razón para sentirse derrotado. Su plan original era lograr que Superman fuera al Sol para que se sobrecargaran sus células generándole algo así como un cáncer. Así que el verdadero vencedor es el Rey Calvo porque en vez de idear un plan que pudiera ser detenido por el adalid, fue al principio básico de su quehacer. Lo venció desde el momento en que Superman optó por salvar la Tierra. Ahora, Lex está contando los minutos para la muerte de su enemigo o como él lo definiría: para la liberación de la raza humana. No en vano el capítulo se titula “El evangelio según Lex Luthor” (The Gospel According to Lex Luthor) y termina con un confundido Kent atravesando un río subterráneo en una barca conducida por una versión femenina de Caronte.


Puede que esté exagerando pero desde la época de Alan Moore no me leía una historia de Superman que lograra conjugar con tanta elegancia el espíritu ingenuo de los comic-books de los cincuenta y sesenta con la madurez narrativa y argumental de la historieta contemporánea. Desde que tengo memoria, la DC Comics usa como estrategia de venta de sus nuevos títulos, el cuento de que ahora el personaje de turno volverá a su esencia, a los elementos básicos que lo hicieron grande entre sus hinchas. En este caso, la frasecita de cajón es tan cierta como falsa porque si bien este Superman tiene unas aventuras y una personalidad lo suficientemente simple (o simplona) como para recordar los guiones de Otto Binder o Alvin Schwartz, Morrison ha puesto mucho énfasis en el proceso interior del personaje. Básicamente se trata de una especie de ¿cómo va a reaccionar un inmortal unidimensional a la posibilidad de su muerte? Participar de este arco de transformación tan poco común es sencillamente espectacular.

Pd. Ojalá al final de los doce números, todo se solucione de la forma más tonta y absurda posible. Mi dinero está en una conclusión retro como la última página de “¿Quién mató al hombre del mañana?” donde conocemos al Superman padre de familia undercover. Ya me volví a emocionar.

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